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lunes, 27 de abril de 2015

Elecciones a la carta


En los comicios para la renovación de consejeros además de los preparativos propios de estos actos, la alimentación también juega un papel fundamental durante ese día.

Por Nicolas Pantaleón Abalos

Es sabido que si no nos alimentamos bien durante el día, no recibimos las energías necesarias para desarrollar nuestras actividades durante el transcurso de la jornada. Además, desde niños nos enseñaron que son necesarias las cuatro comidas del día.

En las elecciones de Consejo en la Facultad de Humanidades, los presidentes de mesa y fiscales no son la excepción a la regla. Por eso los estudiantes que deben hacerse cargo de estas tareas durante el sufragio son “mimados” por la Junta electoral y las agrupaciones partidarias a las que pertenecen.

Desde temprano, después de la apertura de mesas, la Junta Electoral preparó una “ronda de Café” para distribuirla por las cinco mesas destinadas a la elección del día.

El aroma del café recién preparado acompañado de dos paquetitos de galletas “Polvorita”, marchan por los pasillos directos a la mesa. Nadie más que ellos son los primeros interesados en ellas, al menos hasta que avance la mañana. Sin embargo, nadie le aviso al “negro”, que la mayoría son adeptos al “verde” y el termo y la bombilla son los más requeridos en las mesas.

Los más “mimados” en este caso son las autoridades de mesa. La junta electoral alrededor de las 13 espera la recepción de las empanadas de queso, pollo y carne. El presidente de mesa desconoce cuál es el menú y menciona, “seguro nos dan un sándwich” y otro en la planta baja exclama “Ya en cualquier momento nos traen la comida”. Sin embargo, los primeros platos en llegar a las mesas son los de las agrupaciones estudiantiles. El menú es variado y depende de sus recursos. “La alimentación de los fiscales es el reflejo de la economía de las agrupaciones” mencionó Andrea Mansilla de “El Ceibo”, mientras espera con sus compañeros. La elaboración de la comida también depende del ingenio y habilidad de sus integrantes.

El movimiento 10 de Octubre recurrió a la receta de la abuela de uno de los chicos. La noche anterior se reunieron para preparar unas “suculentas” tartas de pollo, queso, jamón y cebollas. “Se nos ocurrió una receta que hacen en mi casa que es fácil y medianamente económica. Pero sobre todo rendidora” contaron los chicos de la 10 mientras se ríen porque durante la preparación de las tartas caseras se olvidaron de colocarles la media docena de huevos a la masa. Aun así, la mezcla de las ideas, los ingredientes, y sobre todo, la voluntad confluyeron en una buena comida para los chicos.

El movimiento Adobe “Construcción de base” recurrió a la elaboración casera de unos súper “chiwichsand” (Sándwich) de paleta, queso y mayonesa. La familia de Lucas Tabarcache, integrante de Adobe, ayudó en la preparación de la comida que compraron con la “vaquita” que se realizó hace unos días para solventar estos gastos. “Nos privamos a veces de salir un fin de semana o de otra cosa para solventar los gastos de la agrupación. Sin ir más lejos desde febrero los chicos aportan dinero de forma voluntaria” contó Lucas.

En cambio, la Franja Morada preparó entre 40 y 50 sándwiches de milanesas de pollo, lechuga y tomate acompañados con una gaseosa de medio litro.

De repente los pasillos de la facultad se empantanan de un aroma a comida similar al de una confitería. Votar ya se hace difícil, el estómago llama y el almuerzo manda. En algunas mesas, las empandas para las autoridades son las primeras en llegar, mientras la comida de los fiscales tarda. Algunos deciden no tocarlas hasta que lleguen los aperitivos del resto. Otros acceden a compartir el bocado, con la esperanza de que su acción solidaria sea devuelta más tarde. “Por supuesto que en la mesa se comparte, no hay un sentimiento de egoísmo” aclara Stella Mimesi, miembro de la Junta electoral.

A lo largo del día no sólo se comparte el pan. La tarea del fiscal de mesa permite también la interacción entre el resto de los miembros. De repente alguien saca un libro de Cortázar o algún apunte de cátedra y al mismo tiempo nacen preguntas y respuestas acerca de la lectura. Otras charlas terminan en cuestiones más profundas como el futuro y el paso del tiempo. Se genera en la mesa un clima de amistad temporal que da pie a charlas y anécdotas que se comparten con el alimento en mano.

Ya al final de la jornada se sucede la segunda “ronda de café” para las autoridades de mesa y el abastecimiento de gaseosas, agua y yerba para los fiscales. A estas horas las mesas se transforman en una especie de contenedor de restos de galletas, papel film y resto de la comida del mediodía. El cierre de las mesas toma la posta y el cambio de fiscales con más experiencia en la última media hora es lo habitual. Los aperitivos pasan a segundo plano y lentamente las charlas ceden ante el silencio ansioso. Ahora, sólo importan los números de cada mesa y los resultados que declararán vencedores a unos y perdedores a otros. La comida volverá después en medio de la algarabía o la tristeza. Pero esa es otra dinámica y otra historia.



Fotos: Joaquin Alpiri

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