Día Nacional del Periodista
Hoy conmemoramos la labor periodística en un escenario complejo en el que resulta necesario, reflexionar sobre sus prácticas en relación a la realidad que atraviesa nuestro país.
Como muchos han señalado, hoy es un día en el que tenemos muy poco para festejar. Este año se presenta con un panorama político, social y económico que nos obliga, por un lado, a plantearnos formas de resistencia y defensa de las conquistas, producto de las luchas sociales históricas, frente a las medidas tomadas por el gobierno. Medidas que avasallaron a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y continúan atacando la libertad de expresión, favoreciendo la precarización laboral y los despidos masivos. Mientras que, por el otro, nos invita a interrogarnos una vez más, sobre como las prácticas periodísticas representan o no para los comunicadores, un espacio de transformación y compromiso social, fundamental en este contexto.
La incertidumbre permanece y se acrecienta con el pasar de los días a raíz de los conflictos desencadenados por las resoluciones establecidas desde el Poder Ejecutivo, las cuales por ejemplo, no dan cabida a la importancia de las industrias audiovisuales y la presencia de contenidos federales. Esto sin tener en cuenta, lo más grave y preocupante de la situación, que son los ataques a la libertad de expresión, puestos en evidencia en los “retiros voluntarios” de cientos de profesionales de sus puestos de trabajo.
El 7 de junio de 1938 se realizó el Primer Congreso Nacional de Periodistas para conmemorar la fundación de La Gaceta de Buenos Ayres. Aquel, fue un día que se respaldaba en la idea de la libertad de expresión y de que las personas tenían derecho a estar informadas y enterarse acerca de lo que sucedía. Hoy esos derechos están una vez más cuestionados y esta situación exige un mayor compromiso con toda la ciudadanía y la profesión que elegimos ejercer. Tal como sostuvo Rodolfo Walsh, “Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la historia viva de su tierra”.
Quizá sea necesario, que como comunicadores o futuros comunicadores, nos preguntemos ¿Cuánto de escucha hay en nuestro trabajo? ¿A quiénes y de que sectores provienen las voces que decidimos escuchar y difundir? ¿Somos realmente conscientes del poder y la responsabilidad que tenemos cuando construimos, producimos y contamos? Estos interrogantes plantean sólo algunas de las cuestiones que debemos problematizar y poner en debate. El periodismo es una práctica fundamental para la democracia, pues amplía la participación y colabora en la transformación social y por esto debe realizarse en libertad porque sino, como afirmó Rodolfo Whalsh, es una farsa.
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