Cerebros en fuga
Hace 50 años bajo la dictadura militar de Onganía, las universidades nacionales fueron intervenidas y cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires desalojadas, las cuales estaban ocupadas por estudiantes, profesores y graduados. Los mismos se opusieron a la decisión militar de la intervención y pidieron que se cumpla con la Reforma Universitaria de 1918.
Las universidades públicas estaban organizadas en base a esta reforma que establecía la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la periodicidad de las cátedras y los concursos de oposición.
El 29 de julio de 1966 la Policía Federal Argentina tenía órdenes de reprimir duramente a los profesores y estudiantes de las facultades principalmente de Ciencias Exactas, Naturales, Filosofía y Letras. Este hecho se denominó “La Noche de los Bastones Largos” debido a que los efectivos policiales golpearon con dureza con sus bastones a las autoridades universitarias y estudiantes, dejando como saldo a cientos de heridos y a 300 personas detenidas.
Tal represión alcanzó a los laboratorios y bibliotecas destruyendo así a la adquisición más reciente y novedosa para la época: la computadora Clementina, la primera de América Latina. La consecuencia de esta noche negra para la cultura nacional fue el despido y la renuncia de 700 de los mejores profesores de las universidades argentinas, que continuaron sus brillantes carreras en el exterior. De ese modo, se inició el éxodo de científicos y la supresión de los centros de estudiantes.
Esta tragedia para la educación y la cultura dejó un daño generacional que aún en cierta forma persiste, porque se destruyó la más extraordinaria acumulación de conocimiento científico que Argentina había experimentado hasta la fecha. Por lo tanto es importante recordarlo ya que se deben defender los derechos de libertad de expresión y la de una educación gratuita y de calidad para todxs.
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