Memoria, Verdad y Justicia
Hoy se cumplen 40 años del último golpe militar en nuestro país. Salta no fue la excepción y en nuestra tierra también se sufrieron las consecuencias de este sistema impuesto arbitrariamente. Desde BoletínCom queremos recordar especialmente a los estudiantes, profesores y trabajadores de nuestra Universidad, que dejaron su vida en la lucha por un mundo mejor.
SI bien el golpe se dio el 24 de marzo de 1976, tanto en Salta como en nuestra Universidad la dictadura había empezado mucho antes. Luego esta realidad fue reflejada en las desapariciones forzosas de estudiantes, trabajadores; cesantías por persecución ideológica, quema de libros y el cierre de la carrera de Antropología.
El 23 de Noviembre de 1974 por disposición nacional, fue intervenida la provincia de Salta, y el interventor fue Alejandro Mosquera que reemplazó al Dr. Miguel Ragone (secuestrado al poco tiempo). Ragone fue doctor y político del partido justicialista, además fue el único gobernador desaparecido durante esta época oscura.
El 10 de diciembre de 1974, por decreto nacional nº 1669 fue intervenida la Universidad Nacional de Salta. El interventor fue Francisco René Villada y reemplazó al rector Holver Martínez Borelli. Holver, escritor, abogado y político, fue detenido y torturado por la Policía Federal, cuando fue separado de su cargo de rector. Luego, fue dirigente nacional, de forma clandestina, del llamado peronismo revolucionario, razón por la cual tuvo que abandonar Salta y exiliarse en Francia.
A partir de ese momento se pidió que todos los docentes responsables de las cátedras, especialmente los de la Facultad de Humanidades, presentaran los programas analíticos con sus correspondientes bibliografías. El 24 de diciembre del mismo año, empezaron las primeras cesantías y desplazos de los docentes.
Las cesantías fueron parte de los métodos de persecución ideológica en la universidad. Estas cesantías constaban de resoluciones donde figuraba el personal docente que seguía con sus funciones, mientras que las personas que no conformaban esa lista, ya no pertenecían a la Universidad. Si no eran expulsados de esta manera, lo hacían a través de resoluciones en donde especificaban falta de títulos suficientes, sumarios administrativos, entre otras formas de exclusión y persecusión. El 28 de diciembre de 1974, los docentes firmaron una solicitada en donde se pedía al interventor Francisco Villada, que no se realicen nuevas cesantías, que se revisen las que estaban y que se renueve los contratos de cada uno de los firmantes el 31 de dicho mes.
Tras el golpe del 24 de Marzo de 1976, René Villada y sus interventores cedieron sus puestos a los militares. El capitán Norberto Antonio Yommi tomó el poder en la Universidad el 29 de Marzo de 1976.
Durante este año, las cesantías continuaron y se fueron intensificando debido a que los delegados interventores utilizaban su autoridad para declarar “subversivo” a cualquier miembro del personal, sin criterio alguno. De esta manera, se fue disminuyendo la cantidad de profesores que tenían alguna actividad política en la UNSa. Muchos tuvieron que emigrar y exiliarse en países vecinos, cambiando su identidad. Lamentablemente, otros formaron parte de la lista de desaparecidos o detenidos; y otros fallecieron a causa de supuestos enfrentamientos armados.
“Todo preso es político”
Sin embargo, la persecusion ideológica en nuestra Universidad, no solo pasó por las cesantías, también hubo presos políticos. Según los documentos, son trece personas las que integran esta lista conformada por docentes y estudiantes. La mayoría se exilió del país y muchos continúan en el exterior.
"Fui detenida por personal de la Policia Federal encabezada por Joaquin Guil", asi comienza la declaracion de Nora Beatriz Leonard sobre su detencion el 8 de abril del 1976. Nora era estudiante y participó en el Centro de Estudiantes de Humanidades.
El 4 de abril del 1977 fue trasladada a Villa Las Rosas, donde permaneció un año lleno de amenazas y prohibiciones, como a las visitas, las cartas, los diarios, cualquier contacto con el exterior. Las condiciones eran infra humanas. El 4 de abril del 77 fue trasladada junto a trece mujeres más a Devoto. Alli, estuvieron junto a mil mujeres donde el baño, la comida y las camas se encontraban en una misma celda. La atención médica era deficiente. Estuvo 3 años detenida a disposición del P.E.N. Finalmente el 28 de Junio de 1979 fue liberada aún sin conocer la causa de su detencion.
Su hermana, Celia Leonard junto a su esposo también fueron presos y luego desaparecidos. Sus cuerpos se encontraron en enero de 1984, cuando se solicitó la exhumación por el caso de Palomitas. Celia durante su detención, tuvo una bebé que fue entregada a otra de sus hermanas llamada Carmen Leonard.
Quema de Libros
No bastó, con la lista de cesanteados, de desaparecidos, los asesinatos ni los presos políticos, se tenía que atentar contra algo más. La quema de libros fue una de las atrocidades que infringe nuestra condición de seres pensantes. Esto también ocurrió en la UNSa.
El acta de incineración del material fue firmada por el asesor de gabinete del Ministerio de Cultura y Educacion, Cnel. Valladares, el 24 de agosto de 1980 en la Ciudad de Buenos Aires. También había miembros del personal de la universidad quienes fueron cómplices, ya que aumentaban de forma considerable la lista requerida por las autoridades del gobierno militar. Es así que, si bien en el acta se solicitaban 7 libros para ser quemados en Buenos Aires, la UNSa envió 224.
Son 40 años los que se cumplen de aquella dictadura militar que atacó a toda la Nación, con diferentes atrocidades, con miles de personas muertas, 30 mil desaparecidos, y muchos presos políticos. Son 40 años los que pasaron desde que los dictadores llegaron a los pasillos de nuestra Universidad para perseguir y desaparecer simplemente por pensar diferente. Pero en la actualidad, se sigue luchando por estos miles de estudiantes y trabajadores que fueron atrapados por esta "red" de los carceleros de la humanidad, por la única razón de luchar por un mundo mejor.
Ya son 40 años los que transcurrieron desde que los militares dejaron una marca en nuestra Universidad de más de veinte personas desaparecidas, entre 1975 y 1978. Entre los cesanteados que luego fueron víctimas del terrorismo se cuentan a Georgina Droz, Alberto Calou, Gemma Fernández Arcieri de Gamboa, Graciela Muscariello, Nora Sara
via, Silvia Aramayo, Miguel Angel Arra y Carlos Humberto García.
Se suma a esta lista de trabajadores y alumnos: a Víctor Brizzi, Pedro Tufiño, Néstor Alberto Oliva, Raúl Humberto Machaca, Roberto Oglietti, Carlos Estanislao Figueroa, Ana María Caballero Cuellar, Hilda Yolanda Cardozo, Carlos Alberto Rivera, Silvia Ruth Sáez de Vuistaz, Susana Blanc, Nils Alfredo Cazón Coria, Francisco Corbalán, Gregorio Tufiño Ruiz y Carlos Alberto Rivero.
Esta marca seguirá para hacer justicia, para no olvidar, para evitar que esto vuelva a ocurrir, porque como dice Lucrecia Barquet en el libro La represión en Salta, “no es pretendiendo ignorar el pasado ni cerrando los ojos como evitaremos que la historia vuelva a repetirse, sino haciéndolo carne en la conciencia, asumiendo como propio el dolor”.
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